Quintana de la Serena, Rafaela Romero Pozo, 2010
Abogada de prestigio y con una larga trayectoria política, Rafaela Romero preside desde 2007 las Juntas Generales de Guipúzcoa, una de las instituciones forales más importantes del País Vasco. Esta semana ha regresado a Extremadura, su tierra de origen. Y ha hablado para HOY sin pelos en la lengua. -¿Ha oído contar a sus padres cómo se vivía en Extremadura durante la etapa franquista, antes de que emigraran al País Vasco? -Conozco la historia de la zona de la que soy originaria, que es La Serena. Y siempre digo que mi compromiso por las libertades no me viene solo de la lucha contra ETA sino que me viene de la lucha contra todo tipo de totalitarismo, también el franquismo. -¿Sus padres se fueron con pesar de Extremadura? -Con enorme pesar y mirando la generosidad de los que se quedaban. Porque tanto dolor tuvo el que se iba como el que se quedaba para levantar esta tierra que hoy en día está entre las primeras del Estado español. -Cuando se marcharon de Quintana de la Serena, ¿cuántos hermanos eran? -Dos hermanas. Yo, que soy la mayor, y mi hermana Petra. Después allí, en Mondragón, nacieron mi hermano José Ángel y mi hermano Raúl, que tienen 33 y 31 años. -Llegó a Euskadi con dos años. ¿Cuál es el primer recuerdo que tiene de esa época? -Lo que lloré cuando me separaron de mis abuelos. Porque hasta que mi madre se asentó y encontraron piso, yo me quedaba temporadas con mis abuelos en Quintana, y cuando me separaban de ellos, ese dolor lo tengo todavía. Mis abuelos maternos, que son los únicos que tengo y los que me han enseñado mucho de lo que soy. Desde luego, mi amor a esta tierra, a mi tierra, al trabajo y al compromiso político es por ellos. -A los 18 años se afilió al PSOE. ¿Nunca estuvo próxima a los partidos nacionalistas? -A los 16 años me afilié a Juventudes Socialistas y a los 18 al PSOE. No. Siempre he convivido con ellos, y los considero parte imprescindible de aquel país. Yo no concibo una Euskadi sin nacionalistas, porque es una forma de vivir la sensibilidad vasca, pero no concibo una Euskadi sin el Partido Popular ni una Euskadi sin socialistas. Nunca, porque, insisto, mi compromiso político venía de cuna. Aparte de que yo siempre he creído que viendo más allá de la frontera aprendes muchísimo; viajando muchísimo más, y que, siendo nacionalista, se amplían conocimientos si viajas. Sobre todo lo de respetar a los que están fuera de tus fronteras. -¿Recuerda el primer entierro de una víctima de ETA a la que asistió? -Sí... [Baja la mirada con un gesto de íntima tristeza]. -¿Y cuál fue? -El de unos guardias civiles que asesinaron en San Sebastián. -Sería durísimo ¿no? -Sí, durísimo porque estábamos cuatro personas... Me acuerdo que luego, enseguida, mataron a Fernando Múgica, el "Poto", un abogado socialista. Y yo lloraba por "Poto", porque acababa de verlo por la mañana en la sede del partido. Pero lloraba porque me decía, «matan a estos pobres guardias civiles y no estábamos nadie y ahora muere un político y sí....». Me revolvió la conciencia y a partir de ahí he estado, siempre que el tiempo y ellos han querido, con las víctimas. -¿En los veranos solía regresar a Quintana de la Serena? -Siempre. En verano, en Navidad y en Semana Santa. Y luego ya me casé y mi marido, que es vasco de pura cepa; (vamos, vasco de Aizpeitia, habla euskera y es euskaldún de nacimiento) es el que, al final, cuando ya hicimos la familia, me animó para comprar la casa. Y tengo casa en Quintana. -¿Y a él le gusta ir al pueblo? -¡Más que a mí! Y lo conoce más. De hecho, uno de sus trabajos de doctorado es sobre los fueros y cartas-pueblas de Badajoz. -¿También es licenciado en Derecho? -Sí, doctor en Derecho. Porque hizo el doctorado sobre Historia del Derecho y el constitucionalismo español. Él siempre dice que nos vamos a venir aquí y que él se va a ir a la Universidad. [Risas]. -¿Conoce la obra de algunos escritores extremeños como Luis Landero o Javier Cercas? -La de Luis Landero no he tenido oportunidad de leerla; Javier Cercas sí me gusta. -Ha escrito: «Un futuro de paz y normalización no puede asentarse sobre el olvido». ¿Se está empezando a hacer justicia a las víctimas del terrorismo? -Justicia en los tribunales, sí; justicia democrática en la sociedad que les acompañamos, está empezando ahora. No puede haber justicia ni puede haber democracia si se olvida el sufrimiento de los que tanto han dado por las libertades en este país. Ni esas, ni otras víctimas de otros periodos anteriores. -¿Hablar como se ha hecho tantas veces en Euskadi de «víctimas de los dos bandos» no es caer en una equidistancia perversa y eufemística? -Si se dice así, por supuesto. Una amiga mía, Coral Rodríguez, decía que la violencia solo iguala a los que asesinan, no a los que son asesinados. Yo no creo que los violentos se diferencien por quién practica la violencia. Los violentos son aquellos que usan la violencia para ir contra sus semejantes en un Estado democrático en el que no cabe la contextualización ni la justificación. Lo que hay en Euskadi es mucho discurso alambicado, mucha grandilocuencia, mucha ambigüedad. Y las cosas son mucho más sencillas. Es una respuesta rápida a una pregunta simple: «¿Bombas o política? ¿Balas o democracia?». Nada de «yo quiero a cambio una contraprestación política» o que los representantes de partidos democráticos con solera, algunos de ellos allí próximos al nacionalismo, digan que «hay víctimas de los dos lados». Las víctimas no son de ningún lado, lo primero por que no querían ser víctimas. A las víctimas las han hecho los que dirigieron la violencia contra ellos, y esos ahora, los únicos que lo hacen es la banda terrorista ETA. Y el terrorismo islamista, que desgraciadamente nunca se puede decir, tras el atentado del 11-M, que estemos lejos de su objetivo. Como todas las democracias que combaten el totalitarismo. -¿Desde cuándo lleva escolta? -Pues desde que salí en la lista de un comando en el año 2000, porque mi hija nació escoltada, yo estaba embarazada cuando me pusieron la primera escolta. -He leído que le gusta bailar. ¿Acude con frecuencia a las discotecas? -A las discotecas no tanto porque dedico los fines de semana a descansar, a leer y a estar un poco con mi hija. Pero me encanta bailar. Porque yo en Quintana de la Serena estaba en un grupo de flamenco, entonces bailo sevillanas, flamenco, rumbas... y además de eso pues me gusta bailar otro tipo de cosas. Sí es verdad que soy una persona alegre y que me gusta disfrutar de la música con mis amigos y con mis amigas. -Una persona alegre y con carácter ¿no? -Sí. [Risas]. Tengo mucho carácter. -¿Eso le ha venido bien para la política? -Yo creo que no, porque lo llevo todo hasta un extremo de no..., de sufrir mucho. Y creo que debo sufrir igual, pero con menos vehemencia. -Ha trabajado como abogada durante años. ¿Qué es lo que recuerda más gratamente de esa época, ahora que ya está mas alejada? -Intento recordarlo mucho, porque es mi profesión, y estoy convencida que algún día volveré a ella. Recuerdo gratamente que es lo que he querido ser desde pequeñita y que uno de los momentos más importantes de mi vida fue cuando me puse la toga de abogada y prometí el ordenamiento jurídico y la Constitución. Sobre todo recuerdo que era uno de mis sueños y... el de mi abuela Petra. -¿Ser mujer, del PSOE y presidenta de un parlamento foral es un triple mérito en el País Vasco? -Yo creo que en el País Vasco el mérito está en resistir, sobrevivir, y además tener el convencimiento de que algún día vas a poder disfrutar de una sociedad un poco más libre. Ese es el mérito. Y ese mérito es de todas aquellas personas que han sido asesinadas, secuestradas, que han sido heridas..., pero también de las 42.000 personas que siguen amenazadas de manera directa. Y también de nuestros niños. Algún día habrá que explicarles a esos niños: a mi hija, que tiene diez años, a las hijas de los policías, de los guardias civiles, de los periodistas, de los jueces que están en Euskadi, por qué no podían hablar de sus padres en el colegio y por qué vieron corrompida y pervertida su infancia. Por qué no estaban entre las prioridades de algunos gobernantes esos niños, en vez de hablar de «víctimas de los dos bandos». -Admira a Pérez Rubalcaba, pero en vez de ser del Real Madrid, como él, usted es del Barça... -Sí, como Zapatero. Pero reconozco que soy una culé convencida. Desde pequeñita soy del Barça. Me gusta mucho el fútbol. Soy de las mujeres que ven los partidos. Mi marido no, pero yo sí. Y desde luego, Alfredo Pérez Rubalcaba es mi debilidad. Él lo sabe y políticamente me parece (lo digo con sinceridad) una de las mentes más privilegiadas de la democracia española en la última década. -En Quintana de la Serena le han hecho "Hija Predilecta". ¿Les piensa devolver el favor? -Hombre, siempre lo hago con La Serena. Yo he hablado bien de Extremadura antes, he reconocido que era mi tierra, he animado a visitarla, incluso antes de que ahora se convierta por méritos propios en una de las comunidades líderes. Me encanta cuando voy a las reuniones del partido y hablo de la Educación extremeña. Allí estamos peleándonos ahora, con el cambio de Gobierno y la llegada de la socialista Isabel Celaá, en llevar los ordenadores a los colegios. Y los extremeños ya los han llevado. Es una sociedad moderna, nueva, cada vez más innovadora. Y ahí está otra de mis debilidades: Guillermo Fernández Vara. Le conocí y me enamoró políticamente. Es una gran persona y además un gran político. Tendrá mucho futuro. -¿La situación del País Vasco es difícil de comprender si no se vive de cerca? -Sobre todo por culpa de nosotros, los que formamos parte de la propia sociedad vasca. El tema de los amenazados... Yo he visto hoy realmente emoción cuando contábamos las historias y cómo vivimos. [Se refiere a la presentación en Mérida del libro "Hablan las víctimas, una visión íntima", editado por la institución que ella preside]. Porque eso sigue siendo ahora, porque que yo sepa, las personas siguen siendo amenazadas ¿no? Y claro, ¿quién ha hecho que los amenazados formen parte del paisaje y del paisanaje del País Vasco? La propia sociedad vasca, que mira a otro lado mientras su vecino, para salir a la calle, tiene que estar antes acompañado por cuatro personas. ¿Dónde se oye hablar de esas víctimas, de esas 42.000 personas, sin contar a sus hijos, amigos, compañeros de trabajo y vecinos? Primero tenemos que hablar los propios vascos y las vascas de eso, ¿no?