Ahora que se acercan carnestolendas recuerdo con cariño un artículo que la Asociación Cultural “Amigos del Carnaval” publicó en el último programa de ferias y en el cual, no sé si con más osadía que ingenuidad, proponían al Ayuntamiento que subvencionara dichas fiestas y “se deje de racaneo”, por usar su culta expresión. El Carnaval -¿ellos lo desconocen ¿- no es más que una ilusoria y, temperamental , muy corta transgresión ritual y simbólica de un orden al que se está fingiendo desobedecer. Es una vacuna lampedusiana contra mayores desórdenes a la que los protagonistas que últimamente no gobiernan han cazado al vuelo y han hecho desvergonzadamente suya tras aliñarla maquiavélicamente con una versión actualizada y, “social” del romano pan y circo. No tengo nada , todo lo contrario, ni contra estos amigos ni contra cualquier manera sana de solazarse , pero me niego por principios a ser comparsa- nunca mejor dicho- de cualquier obligación ritual y subvencionada de divertirme.