Campanario, vida pastoril, Arquitectura tradicional, La Serena
Han sido cinco años de trabajo pateándose los campos de La Serena y buceando entre las tradiciones y costumbres más ancestrales. Pero al final, la intensa labor de investigación de Juan Sánchez Huertas y de José Antonio Calle Martín ha dado como resultado un libro, titulado "Los chozos de Campanario. Legado histórico y cultural de pastores", que supone un auténtico homenaje a la cultura pastoril tan arraigada a los paisajes serenianos. Y si hay una arquitectura rural llamativa que sobresale en los horizontes campanarienses, ese es sin duda el chozo, la típica vivienda que durante generaciones ha guardado de las inclemencias meteorológicas a los pastores. Precisamente, el citado libro, que los autores presentaron el sábado y que ha sido editado por el Fondo Cultural Valeria, recoge un estudio exhaustivo de las distintas tipologías de los 140 chozos de piedra censados en la prospección llevada a cabo por todo el término municipal de Campanario. Chozos que todavía resisten al paso del tiempo y que, como reconoce Juan Sánchez, «es un patrimonio que hay que procurar que no se pierda». Entre los distintos chozos existentes, los había vegetales, pues se realizaban con bálagos y bayuncos, y también de piedra. De entre estos últimos, las diferencias estribaban en las cúpulas, pues estaban los que lucían falsas cúpulas cerradas con pizarras superpuestas, los que tenían bóvedas de ladrillos o lo que incluso estaban cubiertos con palos, cañas y tejas. Auténticas "joyas arquitectónicas" que la mayoría de pastores de antes sabían hacer y que cada cierto tiempo se cambiaban de lugar, ya que la majada del ganado no estaba siempre en el mismo sitio, debido a la siembra de los pastos. Como recuerda Juan Sánchez, para el traslado de los chozos se juntaban varios hombres, que o bien se lo echaban a los hombros o bien se valían de sogas para moverlos. En el libro también recogen los bienes intangibles relacionados con el mundo pastoril, como cuestiones relativas a la artesanía, gastronomía, refranes, vocabulario, folclore musical... En defintiiva, una obra de 400 páginas, con la que los autores pretenden «homenajear a todos los que, generación tras generación, dedicaron su vida al oficio del pastoreo; gentes esforzadas y humildes que nos han legado un patrimonio cultural importante y representativo de lo que hemos sido, así como una arquitectura singular de enorme belleza y valor etnológico».