embalses, La Serena, Zújar
La sed no acuciará a los extremeños este verano. Las actuales reservas de agua aseguran el abastecimiento normal de la población en los meses estivales. Es la época más crítica, cuando los consumos se disparan al tiempo que se reducen al mínimo las aportaciones a los embalses. El horizonte, a dos meses vista, se observa con moderada preocupación o razonable tranquilidad. Según las previsiones, habrá agua para todo y para todos, pero será necesario administrarla con racionalidad porque, no debe olvidarse, es un bien escaso. No faltará agua, pero tampoco sobrará. A fecha del pasado martes, el conjunto de embalses de la cuenca del Tajo acumulaba 5.526 hectómetros cúbicos, volumen equivalente al 50,2% de la capacidad total, 11.012 hm3, según el último informe sobre reservas hidráulicas del Ministerio de Medio Ambiente. Los datos relativos al dominio del Guadiana, obtenidos de la misma fuente, cifran las disponibilidades de agua en 4.570 hm3, una cantidad que representa el 55,1% del potencial de almacenamiento, 8.292 hm3. En la cuantificación se incluyen los embalses cuya gestión recae en la Junta de Extremadura. Como se puede observar, la situación en las dos provincias extremeñas es muy similar, aunque en la de Badajoz es ligeramente más favorable, con la diferencia relativa de un 5%. Sin embargo, la Confederación Hidrográfica del Guadiana ya ha establecido las medidas previstas en los planes contra la sequía en varios embalses de la cuenca. En función de los indicadores de reserva se contemplan tres niveles de situación en escala de gravedad: prealerta, alerta y emergencia. Emergencias Conforme a los criterios establecidos se ha declarado el estado de emergencia en la práctica totalidad de las presas en la parte naciente del Guadiana, en la provincia de Ciudad Real. Éstas son las de Peñarroya, Vallehermoso, Gasset, Vicario y Vega del Jabalón. El embalse de Torre Abraham, el de mayor capacidad de la zona se encuentra en prealerta. En estado de emergencia se encuentran también dos pequeños embalses en el territorio de la provincia de Badajoz. Se trata del de Cornalvo, sobre el río Albarregas, y el de Zafra. El contenido del primero era de 1,44 hm3, el 45% de su capacidad. En el segundo, del que se abastece la ciudad segedana se midieron 0,80 hm3, según los datos referidos al 1 de abril. Otros tres embalses, Piedra Aguda, Jaime Ozores y Llerena, han pasado a situación de alerta y otro más, el Chanza, está en fase de prealerta. El resto de embalses se mantienen dentro de la normalidad, con unas reservas medias que rondan el 50%. Entre los de mayor capacidad, el de Alange, con casi 852 hm3, es el que está en peor situación ya que actualmente retiene 338 hm3, menos del 40% de su volumen total. La presa de la Serena, una de las mayores de Europa, capaz de retener 3.219 hm3, se encuentra prácticamente a su mitad. Garantías Fuentes de la Confederación Hidrográfica del Tajo indicaron que, por el momento, se mantienen las condiciones de explotación de los embalses de la cuenca. Las previsiones presentadas a la Comisión de Desembalses a finales de marzo permiten garantizar el abastecimiento humano y el suministro a las zonas regables en toda la cuenca. En lo que al territorio cacereño afecta, no existe ninguna excepción, por cuanto en el área del Tajo medio la situación actual es de normalidad. En este marco las demandas para los diferentes usos están garantizadas. Por lo que se refiere al sistema del Alagón, el nivel de reservas en el embalse de Gabriel y Galán permite la disponibilidad de recursos para el año 2008. Los últimos datos relativos a sus reservas le atribuyen un volumen de 659 hm3, equivalente al 72% de su capacidad total. Igualmente, en los sistema del Tiétar, Jerte y Árrago, el almacenamiento existente garantiza los usos del agua para riego y abastecimiento. El pantano de Alcántara, el de mayor capacidad de la cuenca con sus 3.160 hm3, cuenta con unas reservas más que aceptables: 1.796 hectómetros cúbicos, que representan el 57%. Desde el organismo que preside José María Macías se indicaba que al día de ayer no había alteraciones en los acuerdos tomados por la Comisión de Desembalse. La sequía, sin embargo, sigue siendo una amenaza latente desde hace unos años. La posibilidad de que se presente un nuevo ciclo que agote las reservas no es descartable. En previsión de ello, las respectivas Confederaciones Hidrográficas tienen elaborados planes especiales para hacer frente a las situaciones que puedan presentarse. Objetivo primordial El objetivo primordial es la detección temprana de la escasez mediante el establecimiento de un sistema de indicadores que definan de manera gradual, mediante unos valores umbrales previamente determinados, los escenarios de prealerta, alerta y emergencia. La elaboración de un programa de actuaciones a aplicar en cada uno de los escenarios permitirá, si no eliminar completamente los riesgos asociados a este tipo de fenómenos, sí, al menos, mitigar considerablemente sus efectos. Los planes contemplan el ámbito de la cuenca en general y dentro de ella las áreas específicas con actuaciones concretas en cada situación de acuerdo con las demandas, características y condiciones que se dan en cada una de ellas. Los Planes Hidrológicos I y II marcan los criterios que se han de tener en cuenta ante la escasez de recursos. El primero de todos es el de asegurar el abastecimiento humano por encima de todo, y a tal efecto se reservará el volumen necesario para atender la demanda en un horizonte de 12 meses. En el supuesto de que la escasez se presentara una vez iniciada la campaña de riegos y se hubiera consumido más del 40% del consumo normal, se determinaría en qué cultivos se dejaría de regar. Los usos preferentes de abastecimiento quedarían, en todo caso y automáticamente, servidos con dotaciones estrictas. Los volúmenes que se suministrarían a las poblaciones vendría determinado por el número de habitantes. Así, las poblaciones de menos de 10.000 habitantes contarían con 189 litros por habitante y día; a las de entre 10.000 y 50.000 se suministrarían 243 litros por habitante diario. Para los núcleos con población superior a los 50.000 habitantes se suministrarían 279 litros por habitante y día. Hoy por hoy, la situación no preocupa demasiado, pero no hay que echar las campanas al vuelo. La sequía acecha y obliga a hacer un uso racional del agua.