La fiesta del Corpus Christi en Badajoz

Materia:

Peñalsordo

Resumen:

Celebración de 8 siglos de tradición Hasta hace unos años se celebraba en jueves, y era uno de esos que relucían más que el sol: Jueves Santo, Corpus Christi y el día de la Ascensión. Ahora las costumbres han ido cambiando, por mor de los desplazamientos y por el trabajo que, entre otros factores, retrasan muchas fiestas hasta los fines de semana o los períodos veraniegos. Fiesta importante y extendida a lo largo de más de ocho siglos, y que se compone de una mezcla de tradición, cultura y religión en muchos lugares de España, siendo los más conocidos los de Granada, Sevilla y Toledo. No se sabe muy bien cómo y cuando llegó y empezó a festejarse el Corpus Christi en Helechosa de los Montes, de la diócesis de Toledo. El carácter diferenciador de la fiesta que aquí se celebra, respecto de otros Corpus Christi, son los Diablucos, personajes ataviados con un traje rojo con ribetes y botonaduras negras terminado en un rabo, careta de rojos rasgos demoníacos, más cascabeles, castañuelas y tambores, que salen delante de la Custodia bajo palio durante la procesión por las calles del pueblo, alfombradas de tomillo y romero, y engalanadas con colgaduras y ramas de árboles y altares llenos de ofrendas de dulces típicos como las candelillas, flores, canelones... que, posteriormente, serán subastados. A pocos kilómetros, Fuenlabrada de los Montes celebra su fiesta más grande. Llegado el gran día, los diablillos despiertan al pueblo repartiendo altramuces, casa por casa, con lo que consiguen buenas propinas. Tras la misa, una gran procesión en la que salen todas las banderas con sus madrinas, estandartes y bastones, los niños y niñas que han hecho la comunión ése año y, otros, ataviados con el traje típico; todos con ofrendas que luego serán subastadas.. Muy cerca de aquí, en la comarca de La Serena, encaramado a la sierra y a los pies del gran pantano al que da nombre la comarca, Peñalsordo celebra la fiesta de la Octava del Corpus. En ella se rememora la conquista milagrosa del vecino castillo de Capilla, en el siglo XVI y en vísperas del Corpus, ocupado por los moriscos sublevados en las Alpujarras granaditas. Como recuerdo de las luminarias que portaron unos carneros en la noche de la batalla, para asustar a los moriscos, los jinetes actuales llevan unas antorchas por las calles del pueblo, acompañados por el rítmico sonido de un tambor. Una vez concluído el paseo, desde el balcón del Ayuntamiento se dicen las populares mojigangas, versos cargados de ironía en los que se cuentan hechos curiosos ocurridos en el pueblo desde la fiesta anterior.

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