La Serena, flora protegida
El territorio extremeño es un espacio sembrado de diversidad biológica. Un tesoro que, sin duda, contribuye a enriquecer el promedio de riqueza del sudoeste peninsular, y que redunda en la disparidad y belleza del paisaje en Extremadura. Para conservar esa biodiversidad se han promulgado normas legislativas a nivel nacional y autonómico con la finalidad de preservar, estimular y ayudar al mantenimiento de ese valor natural. En la actualidad, la región extremeña cuenta con 42 especies vegetales consideradas amenazadas o en riesgo de desaparición. Se trata de especies que, o se encuentran en un estado crítico de conservación en el territorio, o aparecen como elementos especiales de paisajes singulares o en están en claro peligro de transformación y pérdida como consecuencia de la actividad humana. Desde el año 2000 la comunidad autónoma cuenta con un catálogo oficial de especies animales y vegetales consideradas como amenazadas y protegidas. Se trata del primer catálogo con el que cuenta la región para preservar de forma directa su riqueza y diversidad biológica. En base a este catálogo, se pueden encontrar 112 especies divididas en hasta cuatro grados, según el estado de conservación o vulnerabilidad de las poblaciones vegetales. Así, 7 de estas especies lo están en la categoría de peligro de extinción, 11 están registradas en la categoría de sensibles a la alteración de sus hábitats, 24 son consideradas como vulnerables y 70 como de especial interés. En esta última categoría se encuentran las especies o taxones protegidos y menos amenazados, mientras que las 42 restantes son las que tienen un riesgo de amenaza mayor. Precisamente, para salvaguardar estas plantas se ha establecido un sistema de control, vigilancia y censo que era calificado, días atrás, por el director general del Medio Natural de la Junta, Guillermo Crespo, como «pionero en España». 500 personas implicadas En el mismo están implicadas 500 personas, desde el cuerpo de Agentes del Medio Natural de la Junta de Extremadura, los técnicos del Servicio de Conservación de la Naturaleza y Áreas Protegidas, los técnicos de Fonama (empresa pública medio ambiental de Extremadura), al tiempo que colaboran el Grupo Hábitat de la Vicepresidencia Segunda de la Junta; la Universidad de Extremadura; botánicos de la Universidad de Salamanca; los colaboradores del Proyecto Orquídea, así como técnicos a título individual y de empresas privadas como medidas compensatorias de ciertos proyecto económicos. Un sistema que, con el tiempo, está dando sus frutos positivos. Entre éstos cabe destacar la reciente localización en nuestra región de nuevas poblaciones de especies de orquídeas ibéricas y de leguminosas, catalogadas en peligro de extinción y únicas a nivel mundial. Por un lado, se trata de la orquídea Serapias pérez-chiscanoi, una de las siete especies botánicas incluidas en el catálogo regional como en peligro de extinción. Su distribución geográfica es muy restringida, ciñéndose al valle del Guadiana, a su paso por la provincia de Badajoz. Y si en el primer inventario sobre esta planta, realizado en el año 2004, se localizaron núcleos con unos 500 ejemplares, todos ellos en la cuenca media del Guadiana, en la provincia de Badajoz, con los trabajos realizados por los agentes del Medio Natural se han hallado en los últimos meses más de 5.000 ejemplares, ampliando su distribución a la cuenca del Tajo. Los agentes han localizado las poblaciones más numerosas entre jarales en laderas de monte bajo mediterráneo, lo que indica que su ecología es muy distinta de lo que se pensaba y todo ello redunda en una mejor conservación. Por otro lado, también se han realizado importantes avances con la especie denominada Astragalus ginés-lopezii, leguminosa descrita por botánicos extremeños en los años 90, y cuya población mundial se limitaba a unos 200 ejemplares, localizados sólo en tres núcleos en el término municipal de La Morera. Sin embargo, esta primavera se ha localizado una gran población que supera los 200 ejemplares en los municipios próximos, como La Parra o Santa Marta, en áreas muy estables, donde no hay grandes problemas para la peculiaridad de la especie y su distribución. Por tanto, la situación actual sería de unos 400 ejemplares, en dos áreas próximas, lo que constituye un hallazgo sin precedentes al ser las únicas conocidas a nivel mundial. En opinión de Crespo la aparición de estos nuevos ejemplares «es una excelente noticia para la conservación de la flora en Extremadura, y nos da idea de la buena salud ambiental de la vegetación en la región». Pero ahí no quedan estos trabajos, ya que hay algunas especies que están en Extremadura y son únicas a nivel mundial, como es el caso de la Centáurea toletana subsp-tentudaica, cuyos 500 ejemplares existentes, todos ellos en la sierra de Tentudía, son controladas por los agentes, que además analizan su relación con posibles amenazas, como ganado, obras en carreteras o uso de herbicidas en cunetas. Unos datos, como indica Ángel Sánchez, responsable de la Dirección de Programas de Conservación de la Junta de Extremadura, que hay que valorar en su justa medida: «Si tenemos en cuenta que estas especies únicamente existen en todo el mundo, en Extremadura, hay que hacerse una idea del valor de cada uno de estos datos, sobre todo por la amplia cobertura que se consigue y la formación tan especializada que reciben los agentes». Y es que, el sistema de control, vigilancia y censo es «complejo» y se basa en una metodología de trabajo que se planifica anualmente, haciéndose un seguimiento más concienzudo a los 42 taxones en mayor riesgo de amenaza. Ángel Sánchez explica que el trabajo se planifica territorialmente en once zonas, coincidiendo con las once Unidades Técnicas de Vigilancia del Cuerpo de Agentes del Medio Natural. En cada una de éstas hay dos técnicos de conservación, y todos son coordinados por un equipo de tres técnicos, que son responsables del desarrollo de estos trabajos. Formación Una vez establecidas las especies a seguir, se inicia un periodo de formación, basado en la información actual de cada especie, tanto su distribución, su biología y fenología, así como su identificación. Todo ello se hace llegar en jornadas formativas a todo el personal. A partir de aquí, cuando se inicia el periodo de floración de alguna de las especies, se realizan controles específicos y controles rutinarios. Los primeros son inventarios en lugares que pueden ser favorables, y los segundos se llevan a cabo cuando los agentes o técnicos visitan el campo, por otras tareas y, como conocen las especies, las controlan. De esta forma, «hay un seguimiento continuo y por un elevado número de personas, lo que hace que este sistema sea único, por el elevado número de personas que participan y por la intensidad del muestreo, prácticamente todos los días del año», afirma Sánchez. No obstante, en estos trabajos existen dificultades, ya que hay dos tipos de áreas que albergan flora muy interesante pero que presentan unas características especiales. Por un lado están las vías pecuarias, que están sometidas a una menor presión de pastoreo, y por otro los márgenes de las carreteras, unos espacios entre la cuneta y el vallado de las fincas próximas y en donde los herbicidas eliminan una parte de la flora. Es por ello por los que se está desarrollando un programa de coordinación con las entidades responsables de la gestión de estos espacios, para que la seguridad de los conductores no se vea comprometida en ningún momento y se puedan conservar en esos espacios el mayor porcentaje posible de flora amenazada. En este caso, cabe destacar que una parte de las especies amenazadas de Extremadura son endémicas del territorio, es decir sólo viven en Extremadura, otras disponen de pocas poblaciones en todo el territorio nacional y en otros casos se trata de vegetales raros que aparecen localmente en la Península Ibérica. Ángel Sánchez explica que la comunidad autónoma «alberga numerosas zonas muy ricas en flora», destacando por el enorme número de endemismos y lo peculiar de su flora la Sierra de Gredos, principalmente las zonas más altas. Le siguen en importancia las sierras de las Villuercas e Ibores, así como las sierras de Gata-Hurdes, «por la elevada biodiversidad de flora que albergan». Igualmente son destacables el conjunto de intercalaciones de suelos calizos, que cuentan con una flora muy rara, localizados en La Alberca, Castañar de Ibor y el eje calizo entre Badajoz-Olivenza y que llega hasta Llerena. También existen otras áreas de interés, no menos importantes, como la sierra Fría de Valencia de Alcántara, sierra de Tentudía, las sierras Centrales de Badajoz, las sierras periféricas de La Serena y la mayor parte de las dehesas y pastizales extensivos. En definitiva, como apunta Sánchez, con carácter general, «la mayor parte de Extremadura posee valores destacables de flora». Unos valores, que siguen colocando a la región a la cabeza de paraísos naturales, como reconoce Sánchez: «Quizás Extremadura no es tan rica en número de especies endémicas pero, en su conjunto, presenta un elevadísimo grado de naturalidad, que le confiere el título de ser uno de los últimos tesoros naturales de Europa, con lugares únicos como Villuercas-Ibores, Monfragüe, Gredos, Tentudía o La Serena. Este título no es tanto por los taxones de flora, sino por la biodiversidad que alberga, junto a valores paisajísticos y diversidad cultural».