Euroalumnos. Treinta estudiantes del Instituto Antonio de Nebrija participaron en una sesión en el Parlamento Europeo con escolares de otras nacionalidades

Materia:

Zalamea de la Serena

Resumen:

Treinta alumnos del Instituto de Enseñanza Secundaria Antonio de Nebrija han cambiado por unos días los pupitres de sus aulas por los escaños del Parlamento Europeo en Estrasburgo. Allí, junto con más de cuatrocientos jóvenes de otros países de la Unión Europea, han debatido asuntos como la presencia de la UE en el mundo o cómo acercar la constitución europea al ciudadano. Esta experiencia educativa tuvo su comienzo cuando el curso pasado se erigieron con el primer premio de Euroscola, un concurso anual cuyo ganador recibe la cantidad aproximada de 13.000 euros para poder visitar el Parlamento Europeo junto con tres de sus profesores. «Recuerdo que el viernes que supimos la noticia» comenta Esteban, uno de los participantes, «abandonamos el aula y salimos al pasillo gritando; habían sido casi dos meses de superar pruebas y este premio era la recompensa a nuestro esfuerzo». Además del equipo Nebrija -que así decidieron llamarse-, otros tres equipos del centro se alzaron con el segundo, tercer y cuarto puesto, por lo que pudieron disfrutar de un estupendo fin de semana en el albergue de la Junta de Extremadura en Pasarón de la Vera. «Era la primera vez que la mayoría de nosotros iba a volar y todos teníamos un cosquilleo por los nervios de subir a un avión», afirma María. Salieron de Zalamea a las seis de la mañana para poder tomar un avión que los llevara a Basilea. Los vuelos a esta ciudad suiza son más baratos que al propio Estrasburgo, por lo que se han decantado por alojarse allí y viajar después al Parlamento en tren. Basilea les recibe con una tarde soleada y les invita a utilizar el tranvía hasta llegar al albergue; todos son miradas de asombro ante el nuevo medio de transporte, ante los edificios picudos y ante la amabilidad de quienes les indican cómo llegar a su lugar de alojamiento. Desde las ventanas del Jugendherbege se oye y se divisa el Rin. «¿Cuando se lo digamos a Antonio, el de Geografía, no se lo va a creer! ¿Durmiendo a los pies del Rin!» - exclama Javi desde la ventana de su habitación. La jornada siguiente, el grupo al completo recorre el barrio antiguo de Basilea. La ciudad se muestra tranquila, sin los bullicios y prisas de Madrid. Visitan el ayuntamiento y la catedral. «Aquí todos respetan los pasos de peatones, ¿hasta las bicicletas! ¿Y mira que hay!», dice Manuel mientras sigue con la mirada a una joven que pedalea rítmicamente. En el Parlamento Ha llegado el día. Adormilados aún por el madrugón y el traqueteo del tren que los ha trasladado desde Basilea a Estrasburgo, acceden al edificio central del Parlamento Europeo. Tras el control policial, comienzan a relacionarse con el resto de alumnos venidos de diferentes puntos del viejo continente: República Checa, Alemania, Grecia, Finlandia, Francia, Irlanda, Italia, Holanda, Austria, Portugal, Eslovenia, Suecia y Reino Unido. Una vez que han desayunado, José se muestra más nervioso que de lo de costumbre. Ya ha terminado el discurso de bienvenida por parte de la comisión que los recibe y, en unos minutos, justo cuando oiga su nombre y Spain, tendrá la responsabilidad de presentar a su instituto ante más de 400 jóvenes y 45 profesores. «¿Y en inglés! Espero pronunciar correctamente todas las palabras, que si no...», afirma. Y minutos después, tras los aplausos de apoyo de sus compañeros, se oye un Dear teachers, dear friends...Buenos días con el que da comienzo su intervención en el hemiciclo. Después de conocer las características principales de los centros, llega la hora de sondear la opinión de los jóvenes sobre cuestiones tales como si se sienten europeos, si debería estudiarse el mismo currículo en todos los países de la Unión Europea o si sería conveniente la creación de un ejército europeo. Cuestiones que dan pie al turno de preguntas por parte de los alumnos a cuatro administradores del Parlamento. Primera prueba para los extremeños, quienes si desean formular alguna cuestión, deben hacerla en inglés o francés, levantando la mano y esperando a que el presidente les conceda el turno de palabra. Una vez identificados por el número de su escaño, tienen que ponerse en pie y activar el micrófono para poder ser escuchados por los demás. Y es entonces cuando se comienzan a oír dudas referentes a la intervención en Irak, el número de votos asignado a cada país, qué medidas toma la UE pare frenar la contaminación o cómo actúa la UE en lo relativo a la inmigración. El resto de la mañana la han dedicado a la elaboración de un informe sobre diversos aspectos de la Unión Europea. Para ello, se han establecido grupos con seis alumnos de cada país. El informe final será leído por el secretario y el resto de la eurocámara deberá darle el visto bueno o no, cual parlamentarios en sesión plenaria. A la hora de comer, han formado grupos de cuatro para responder a las diecisiete preguntas que constituyen el Eurogame. Condición indispensable: cada uno de los componentes del grupo debe ser de una nacionalidad diferente. Y mejor que sea así puesto que las preguntas están formuladas en un idioma distinto. «La peor de todas era la griega, que no la entendía nadie que no fuera griego», revela Noelia. Lo que ellos no saben es que sus profesores están haciendo otro tanto en el comedor de al lado. Ellos también deciden dónde está la sede del Tribunal de Justicia Europeo o cuántas son las lenguas oficiales de la UE. A más de uno se le está indigestando la tarta de manzana del postre cuando piensa cómo va a jugar si apenas entiende el inglés Y el comedor, por momentos, recuerda a la torre de Babel. Exposición Cuatro de la tarde. Todos reunidos de nuevo para comenzar la exposición de propuestas. Y todos con los dedos en los pulsadores para votar afirmativa o negativamente o para abstenerse en su caso. «Nos estamos dando cuenta de lo importante que son los idiomas. Aquí, si no sabes inglés o francés, no eres nadie» , manifiesta Roberto. En esta sesión, se ha aprobado la creación de un ejército sin armas que garantice la ayuda humanitaria en caso de guerra; la apuesta por la ciencia con la creación de una NASA europea o el desarrollo de las energías alternativas, entre otras cosas. El tiempo se va acabando. La jornada llega a su fin tras la entrega de premios a los ganadores del Eurogame. Todos en pie, observan cómo cada uno de sus representantes porta la bandera de su país y se entrecruzan en el centro de la sala. De fondo se oye el himno europeo. Y se escucha, como colofón, un aplauso que suena a despedida emocionada. El trayecto de vuelta sabe a reflexión de lo vivido en los últimos cuatro días. «Nos hemos dado cuenta de lo importante que es el inglés», aclara Federico. «No puedes moverte por ningún sitio sin él; además, hemos dado utilidad a todo el inglés que sabemos, que allí en el pueblo, parece que no sirve para nada».

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