esquileo, esquilar, ovino
Pocos de los que no estén ligados al sector ganadero del ovino se hacen una idea de lo que vale esquilar una oveja. Para los esquiladores de siempre, como Manuel Martín Segovia, el precio de entre 1,60 y 1,70 euros por animal que están cobrando este año es escaso y más teniendo en cuenta que tras perfeccionar su técnica, él mismo es capaz de dejar limpia de lana a una oveja en apenas un minuto y medio. Es decir, gana prácticamente dos céntimos por segundo. Un tiempo casi de récord que, junto con la dureza de este oficio, también hay que valorar. Sin embargo, este año la crisis ha propiciado que floreciera la competencia desleal, ya que se han constituido varias cuadrillas de esquiladores formadas por desempleados provenientes, en su mayor parte, del sector de la construcción. Un hecho que ha provocado que se hayan bajado los precios, llegando a ofrecer éstos entre 1,20 y 1,30 euros por oveja. No obstante, Manuel está convencido que muchos ganaderos pagarán las consecuencias de esta esquila a bajo coste realizada sin la calidad deseada, y que para revalorizar la lana es básico. Por eso aventura que «más de uno acabará escamado este año y los esquiladores de siempre notaremos que con estos precios vamos a perder dinero». Precisamente, el precio por oveja pelada contrasta con el que le pagan al agricultor por el kilo de lana recogido y que este año, pese a bajar en torno al 30 por cierto respecto al año pasado por la peor calidad del producto, se sitúa en torno a 1,40 euros. Un precio que es el que está pagando por ejemplo la cooperativa Comercial Ovinos a sus socios y que se puede considerar más que aceptable. Sobre todo teniendo en cuenta que hace cuatro o cinco años el kilo de lana valía la mitad, por lo que la esquila o "pela", como se conoce en muchos pueblos extremeños esta necesaria labor ganadera, apenas les dejaba rentabilidad alguna. La comarca de La Serena, que aglutina prácticamente el 35% de la cabaña ovina de toda la comunidad autónoma, asiste durante estos días al ocaso de la campaña de esquila. Y es que a estas alturas son pocas las explotaciones ganaderas las que no tienen a toda su cabaña ovina totalmente liberada de la lana. Esta tarea muchos esquiladores la convierten en arte, sobre todo a la hora de manejar al animal, al que limpian de lana en apenas unos minutos. Sin embargo es un trabajo sacrificado y duro, ya que a la esforzada posición que tiene que adoptar el "pelaor" se suma el calor que empieza a hacer en estas fechas. Manuel Martín Segovia creó hace nueve años con su hermano Emilio la cuadrilla de esquiladores "Los Valerios" en el Valle de la Serena, que en estos días han estado a pleno rendimiento. Los ganaderos se los rifan y como reconocen en esta época trabajan sin descanso e incluso rechazan algunas propuestas que llegan a última hora. No obstante, este año han iniciado su labor más tarde de lo habitual. Si en otras campañas suelen estar esquilando en la primera quincena de abril, el frío de este 2012 ha retrasado la temporada. «Con este tiempo tan frío que hizo y la poca comida que había en el campo, los ganaderos estaban asustados por si se morían las ovejas y entonces hemos empezado en mayo», afirma. La cuadrilla está compuesta por nueve personas, de los cuales siete son esquiladores y dos "arrimadores" o "agarradores". Desde principios de mayo han pelado ya en varios municipios de la comarca como Campanario, Valle de la Serena, Higuera de la Serena, Castuera, Peraleda del Zaucejo o Quintana de la Serena. Pero su periplo laboral no acaba en Extremadura pues cuando terminan suben a Salamanca y Zamora, donde estarán hasta primeros de julio. La operación del esquileo es fundamental realizarla correctamente, ya que de esta operación depende que la fibra de la lana sea más larga o más corta o que esté más sucia o más limpia. Por eso una esquila correcta es indispensable para revalorizar y obtener una lana de mayor calidad. Y si en este sentido es esencial la maña y el buen hacer del esquilador, dentro de la cuadrilla también son indispensables las figuras de los "agarradores", que se encargan de tumbar a las ovejas en el suelo y acercárselas al esquilador. Una función, como admite Juan Antonio Martín, que requiere estar muy atento «sobre todo para que los esquiladores no se queden sin ovejas». Horas y horas agachados Manuel tiene claro que para ser un buen profesional lo esencial es que guste el oficio y uno esté preparado físicamente porque es muy larga la campaña y hay que estar muchas horas agachado. «Es un esfuerzo bastante grande y acabas muy cansado, sobre todo la primera semana. Luego el cuerpo se acostumbra». Para hacer esta labor más llevadera hace unos años se implantó en Extremadura el método australiano. Este estilo lo introdujeron profesionales venidos de otros países, como Polonia, Ucrania o Francia. Es una evolución del método más tradicional y consiste en realizar las operaciones de corte con el animal suelto, para lo cual se ubica al animal sentado y el esquilador opera desde atrás del mismo. Se comienza primero por la barriga y termina por la cabeza Manuel lo aprendió en un curso que se impartió en Campanario y desde entonces usa este método, que agiliza mucho el trabajo. Afirma que así el esquilador se cansa menos y la oveja no sufre tanto pues no es preciso atarle las patas como antaño. A un ritmo frenético y con el ruido de las máquinas presidiendo el establo, esta cuadrilla puede pelar en un día en torno al millar de ovejas. Ha habido jornadas en los que solo Manuel ha esquilado hasta doscientas ovejas, cifra que dista mucho de los veinte animales que se pelaban cuando esta labor se hacía con tijeras. En definitiva, se trata de un trabajo que muy pocos quieren y que los que lo realizan consideran que debería estar mejor retribuido. Una de las explotaciones en la que han estado trabajando "Los Valerios" ha sido la del ganadero campanariense Manuel Calderón, que reconoce que con la esquila su ganado gana en bienestar. «La mayor ventaja es que al liberar a las ovejas de la lana están más cómodas para pasar el verano, se fatigan menos y pueden comer más», afirma el ganadero propietario.