Campanario
¿Es mantenimiento o se necesita una reforma en toda regla? Bajo esa pregunta se han escurrido estos días las protestas de los padres en dos colegios de primaria, a las que se han unido las de alumnos de secundaria en dos institutos. Todo ha vuelto a la calma; en Trujillo, Guareña, Mengabril y Campanario los chicos han regresado a clase y la Junta, además de reiterar los compromisos que ya tenía con los institutos de las dos primeras localidades, se ha puesto en marcha para atajar las goteras en los colegios de infantil y primaria de Campanario y Mengabril. La Ley Orgánica de la Educación (LOE) en vigor asigna a los ayuntamientos la obligación de mantener en buen estado los centros de infantil y primaria. Habla en una disposición adicional de «conservación, el mantenimiento y la vigilancia de los edificios», y así es en líneas generales. A pesar de su poco dinero los municipios costean parte de los conserjes, arreglan carpintería y fontanería, instalación eléctrica, o pintan, pero hay tanta variedad de comportamiento que esta misma desigualdad se aprecia en el estado de los edificios. Existen situaciones y deficiencias que llegan a tal extremo, a veces precisamente por falta de mantenimiento ordinario, que los alcaldes consideran que se trata de una renovación o reforma en toda regla, que correspondería a la Junta. Uno por otro la gotera sin tapar, como han denunciado estos días padres de Mengabril y Campanario. Buena voluntad El Gobierno regional es el competente en la construcción y ampliación de nuevos colegios e institutos, pero también en el mantenimiento de estos últimos. Aún así colabora en la conservación de los colegios de infantil y primaria, echando una mano a los municipios en forma de Plan de Infraestructuras 2008-2013, ayuda que el año pasado supuso 15,1 millones de euros; ahora baja a ocho en un total de 200 actuaciones debido a un mayor esfuerzo presupuestario en la construcción de colegios nuevos para ampliar plazas en localidades que lo necesitan. De lo sucedido estos días hay dos conclusiones claras, la primera que de nada valen leyes y competencias teóricas si no hay buenas relaciones y voluntad entre ambas partes. La segunda es que la forma más rápida de arreglar un problema de este tipo es que familias y alumnos salgan a la calle y llamen a los periodistas, «como bien sabemos todos los alcaldes», confiesa uno de ellos a este diario. Si hay problemas mayores en los colegios, y los municipios no pueden o consideran que no les corresponde, suelen pedir a la Junta que se lo arregle. En el caso de los institutos los encargados de avisar de las deficiencias son sus directores, directamente a la Consejería de Educación. Fuentes de la misma señalan en el caso del instituto trujillano, donde ahora han surgido goteras, que desde el mismo se requirió el gimnasio pero no el arreglo de las cubiertas, y que otra reclamación actual como es la renovación de la carpintería no fue planteada hasta mediados del año pasado. En el caso del instituto de Guareña, Educación dice estar extrañada por la manifestación ya que la construcción de un nuevo gimnasio es un compromiso conocido por el equipo directivo del centro, reiterado por escrito el pasado 12 de enero. Es en los colegios donde hay más problemas. Se trata de un parque de edificios datados en décadas diversas (lo hay hasta de los años 30) que aunque con mantenimientos y reformas algunos de ellos piden ya la jubilación. El conjunto de institutos es por contra más moderno.