El exilio extremeño

Materia:

Castuera

Resumen:

BAJO el cuidado de Felipe Cabezas Granado -presidente de la Asociación Matilde Landa- estuvo expuesta en la Sala Vaquero Poblador de la Diputación de Badajoz, durante el mes de noviembre del pasado año, una emotiva, aleccionadora y bien planteada muestra sobre el exilio pacense, bajo el lema Historia de un éxodo aún por contar. Lo efímero de una exposición, por muy digna que ella sea (y ésta lo ha sido), hace que nos quede al final un poco en el aire su contenido. Pero, afortunadamente, esta muestra estuvo acompañada de un catálogo de 60 páginas, primorosamente impreso en blanco y negro, que nos queda permanentemente como un testimonio de lo que ocurrió hace ahora ochenta años (y se vivió durante varios lustros más), pero que, dentro de lo que estamos llamando Memoria Histórica, ha ocupado un lugar humilde, pese a su importancia crucial; de ahí el lema antes citado. En la exposición, que debería rotar por nuestros pueblos y ciudades -como muestra itinerante-, para conocimiento y reconocimiento de todos, y en el folleto -donde se reproduce fielmente todo el contenido literario y fotográfico de lo expuesto, y que debe volver a reimprimirse, para su distribución en los lugares donde se presente-, se plantea una sosegada y puntual reflexión sobre lo que el exilio republicano significó en general y lo que supuso para Extremadura y más concretamente Badajoz (la más afectada en ello, con mucho, de la región) en particular. Partiendo de los primeros desplazamientos por la frontera de Caya durante los días 13 y 14 de agosto de 1936, se da un repaso al peregrinar por el campo de concentración del concelho portugués de Barrancos en ese verano y a la desesperada huida de La Columna de los ocho mil de septiembre, para detallar luego -con la presentación de personalidades badajocenses representativas de cada caso- los exilios interiores; la desgarradora evacuación de niños; la acogida desigual en Francia, Norte de África, Unión Soviética, México, República Dominicana, Argentina, Venezuela, EE.UU., Chile...; la intervención del SERE y la JARE (organismos encargados de la ayuda a los emigrados políticos); la presencia de mujeres relevantes, políticos, cineastas, médicos...; ese exilio... material del Museo del Prado, los retornos y las repatriaciones. Constata Felipe Cabezas, en la presentación del folleto, el poco interés que hasta ahora ha despertado esta diáspora. Ciertamente es así; en la Revista de Estudios Extremeños estamos preparando, para un próximo monográfico sobre exilio-emigración-inmigración de Extremadura, trabajos específicos y ¿cuántas dificultades encontramos! Hay poco material investigado y desde luego falta un estudio global. Sin embargo, hemos de decir que el tratamiento del exilio español en general está bastante elaborado en todas sus vertientes: demográfica, política, social, económica, literaria, científica, universitaria en general, de desenvolvimiento en lugares de acogida, de presencia actual -sobre todo de los niños exiliados- tanto en lugares de retorno como en los de recepción (Rusia y México, fundamentalmente), habiendo extraordinarios archivos a disposición de los investigadores tanto en fundaciones españolas como en el exterior. Afortunadamente, las cosas están cambiando y un buen número de jóvenes investigadores extremeños están puestos en la labor: el campo de concentración de Barrancos y el de Castuera se estudian con eficientes resultados. En archivos españoles y de Francia, Inglaterra, Rusia y México también tenemos historiadores y filólogos extremeños que realizan sus posgraduados sobre esta materia. Pronto veremos sus resultados. Ya en un próximo número de la Revista de Estudios Extremeños, a principios de este año, tendremos un adelanto. Y en esa línea hay que seguir: investigando, delimitando el exilio y sus efectos para nuestra tierra y nuestra gente. Con serenidad, con rigor, con actitud firme y contextualizadora de las circunstancias, sin otro ánimo que conocer unos sucesos, sus causas y consecuencias, para incorporarlos a nuestro conocimiento histórico, a nuestro legado de pueblo esperanzado, pero conocedor de sus tragedias, que nunca se deben repetir. MOISÉS CAYETANO ROSADO es doctor en Geografía e Historia. Director de la Revista de Estudios Extremeños

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