Camino Mozárabe de Santiago, El Alcalde de Zalamea
"No muestres Nuño nuca flaqueza"... Estas son las palabras de ánimo que Don Mendo utiliza hacia su fiel criado Nuño, en la obra calderoniana, "El Alcalde de Zalamea", indicándole que no debe temer a nada y a nadie a pesar de las adversidades. Pues seguramente, Clemente Benítez, actor que interpreta a Don Mendo en la representación teatral de Zalamea, alentaba a José Manuel Cuevas, actor que interpreta a Nuño, con estas mismas palabras cuando se tiraron a la carretera y a golpe de pedal, para recorrer los 800 kilómetros que separan Zalamea de Santiago de Compostela. Pensado y hecho, Clemente es un empresario local y José Manuel regenta una de las farmacias de este municipio. Decidieron hacer el camino de Santiago en bicicleta, pero además quisieron aprovechar la gran afluencia de amistades que se hacen durante el recorrido, en albergues y una vez en la capital gallega, para promocionar el evento popular que se lleva a cabo en este pueblo cada mes de agosto. Nuestros personajes, partieron de Zalamea el pasado 26 de abril y 13 días después estaban frente a la catedral de Santiago de Compostela, como si de un Quijote y Sancho se tratara, nos cuentan que han vivido todo tipo de experiencias y aventuras, como tener que quitarse zapatos y calcetines para cruzar arroyos, hundirse en el barro y tener que hacer un gran esfuerzo, no solo para poder caminar, sino para sujetar además la bicicleta cargada con 16 o 18 kilos de carga en la alforjas, refugiarse bajo puentes para evitar grandes tormentas. Pero también confiesan que han tenido experiencias muy positivas en su viaje, han encontrado gente muy hospitalaria, han pasado por paisajes preciosos y sobre todo, han ido pregonando por doquier, la fiesta popular del teatro que se celebra todos los años en Zalamea. Antes de partir, crearon un blog para ir informando a sus familiares amigos y conocidos de lo acontecido jornada a jornada. Entre sus experiencias, nos contaban que no solo era pasar por caminos impracticables y llenos de piedras y polvo, en una de sus muchas equivocaciones en el itinerario, cuando se dieron cuenta estaban rodeados de vacas y toros, fue aquí cuando pensamos entonces que, "aparte de todo lo que llevamos en las alforjas, muchas veces echamos de menos un capote, por si acaso un toro se pone tonto. Aunque sería curioso vernos en esa situación, más que nada por lo valientes que somos, pues cuando ya dejamos los toros atrás nos reímos, pero no la risa normal, sino esa que te hace que los diente tiemblen". Afirmaba Clemente. Pero después de tanto esfuerzo y sufrimiento, en la última jornada sintieron la gran satisfacción de entrar en la capital gallega. "A unos kilómetros de la ciudad, cuando vimos un claro mínimo, puesto que estaba lloviendo, nos echamos a la carretera y ya sin parar alcanzamos, por fin, la plaza del Obradoiro, y apareció ante nosotros majestuosa casi por sorpresa la Catedral". "La sensación es difícil de describir, es una gran alegría pero con un fondo de vacío, como que te quedas sin objetivo, es una gran liberación y la confirmación de lo que nosotros sabíamos, pero no todo el mundo, hemos sido capaces", comentaban casi emocionados. A partir de ahí se pusieron el traje con el que actúan en la obra de teatro y comenzaron a pasear por la plaza, los viandantes los miraban sorprendidos, haciéndoles fotos y ellos disfrutando, no solo de haber conseguido su objetivo después de tanto esfuerzo, sino que estaban en uno de los lugares más visitados del continente, promocionando gran parte de la cultura, el arte y la monumentalidad de Zalamea. Dos capitales culturales unidas por dos personajes valientes y entusiastas con nuestra cultura.