Debería valorarse más el trabajo de los imagineros de Extremadura

Materia:

Imaginería en La Serena

Resumen:

Si algún calificativo define a Eduardo Acero (41 años, Villanueva de la Serena), ese es el de polifacético. Tan pronto puede estar dando clase de Plástica a sus alumnos del IES Pedro de Valdivia, como encarnando a Federico García Lorca en la obra Amaranto o esculpiendo con su cincel una escultura cualquiera. Licenciado en Bellas Artes por la Universidad de Sevilla, en la especialidad de escultura, Acero quedará en la memoria histórica villanovense por ser el autor de la talla actual de la Virgen de la Aurora, la popular Carrerita, que hace aflorar las emociones de los villanovenses los Domingos de Resurrección. Precisamente, ahora con la cercanía de la Semana, Acero ha regresado de lleno a otra de sus pasiones: la imaginería. --¿Cómo prefiere definirse, artista, escultor, imaginero o profesor de Plástica? --Por encima de todo artista y luego escultor, y dentro de la escultura, igual que trabajo la obra civil, trabajo la imaginería que, reconozco, me gusta bastante. --¿Cómo se introdujo en ella? --Fue una cosa que me empezó a interesar de pequeño. Recuerdo que a mi abuelo le gustaba mucho el tema de las procesiones y las imágenes, y él me enseñó mucho en lo referente a Villanueva. Por eso, yo con él en casa, trabajaba con materiales de desecho y materiales reciclables, como tapones de botellas o telas viejas, y hacíamos nuestros propios pasos, sobre todo los de Villanueva, como la Soledad o la Virgen de los Dolores. A partir de ahí, me metí en el tema de la plastilina y aún conservo bocetos de plastilina de cuando era pequeño. Por mi cuenta, me puse a hacer aquellos pasos que veía en Gregorio Fernández o en Martínez Montañés, y conservo por ejemplo una Piedad muy bonita en plastilina. De todas formas, yo tuve pronto claras mis inclinaciones, y siempre supe que quería hacer Bellas Artes por el tema de la escultura. --¿Cuántas imágenes religiosas ha hecho hasta la fecha? --Lo cierto es que tampoco tengo una producción muy extensa, ya que lo compagino con mis otras facetas artísticas, aunque sí me gustaría tener más. La primera que hice fue la Virgen de la Aurora en Villanueva, luego la Virgen de la Guía en Campanario, la Virgen del Buen Suceso en Castuera, el Resucitado para la ermita de la Aurora de aquí y ahora, además de la Borriquita que estoy haciendo para Castuera, tengo otro encargo de allí que es Santa María de Matías. Luego, también he restaurado algunas imágenes, como el Santo Entierro o el Resucitado de Villanueva o el Corazón de Jesús o dos Vírgenes de Guadalupe de Eduardo Pino. --Una vez que le hacen el encargo, ¿cómo se concibe una imagen en la mente del artista? --El proyecto siempre parte de un encargo y de un motivo en concreto. A partir de ahí, tú das ideas y una vez que lo tienes claro presentas un boceto a la Hermandad, que casi siempre suele darle el visto bueno. A partir del boceto lo que queda es ampliar el proyecto y aportar las cuestiones artísticas. Por ejemplo, en esta Borriquita, he tenido que ver como podía sentar al Cristo, hacia donde dirigía la mirada, la posición de las manos . --¿Cuál es la imagen cuya elaboración le supuso una sensación más especial? --Por ser la primera, por ser lo que representa para Villanueva de la Serena y por ser yo de aquí, para mi La Carrerita es la que más me ha marcado. Además, es curioso que con el paso del tiempo es cuando más me doy cuenta de todo lo que me supone, ya que por aquel entonces, cuando la estaba haciendo, no dejaba de ser una aventura o un reto, y quizás no me daba cuenta de su significado real. --¿Guarda algún secreto referente a la elaboración de la Aurora, de la que tanto se habló? --El tema de la cara, que tanto se ha escuchado, de que había tomado de modelo a determinadas personas, es falsa. Conté con amigas y compañeras que posaron para partes del cuerpo, pero para el tema de la cara no posó nadie. --¿Qué paso destacaría dentro de la imaginería extremeña? --Más que por su belleza, la imagen a veces gana más en la calle, como pasa con el Cristo Negro de Cáceres. A lo mejor, el Cristo Negro como imagen no es tanto, como lo sorprendente y lo sobrecogedor que es el paso y su puesta en escena en la calle. Este paso me llama mucho la atención. No obstante, yo aunque me formé en Sevilla, soy más dado a la tradición imaginera castellana que a la andaluza. Me gusta más la seriedad del paso en la zona central y norte que en el sur. --¿Qué siente un imaginero al ver su obra en la calle? --Pues, lo sientes como parte tuya y, aunque lo vives como un ciudadano más, lo sientes de manera especial, ya que sabes que eso que va ahí y que está siendo venerado y piropeado ha salido de tus manos. Son emociones a flor de piel, que tienes que controlar. --¿Elige modelos para sus obras? --Sí, independientemente que los fines sean religiosos, trato de dar mucha humanidad a las imágenes que realizo, y por eso recurro mucho a compañeros o amigos para que posen, para conseguir así una anatomía muy humana. --¿Están suficientemente reconocidos los imagineros extremeños? --Es curioso, pues en Extremadura la Semana Santa está cada vez más en alza, pero se siguen encargando muchos pasos fuera, que salen de talleres de Sevilla, Madrid o Cataluña, cuando aquí en Extremadura estamos personas que trabajamos en este campo y los resultados están a la vista de cualquiera. Creo se debería valorar más el trabajo que realizamos los imagineros de aquí, de Extremadura. --¿Cuáles fueron sus imagineros de referencia? --Los primeros imagineros que descubrí de pequeño a través de los libros que tenía a mi alcance eran Martínez Montañés, Gregorio Fernández o Salzillo. Prueba de ello era cómo realizaba pequeñas reproducciones en plastilina y arcilla de composiciones de estos autores. Luego, con el tiempo me llamó especialmente la atención la serenidad que plasmaba Mariano Benlliure en sus imágenes, lejos del desgarrado dolor de autores barrocos. --Y el villanovense Eduardo Pino, ¿qué le sugiere? --Eduardo Pino fue el primer nombre de imaginero que conocí antes de ilustarme en los libros. Mi abuelo me hablaba mucho de este autor, paisano y contemporáneo suyo. Como veía en mí esa inquietud por dar forma a la arcilla siempre se acordaba de él como exponente y me contaba curiosidades que me despertaban gran ilusión. Por encima de su obra, admiro la fuerza de una persona que supo tirar hacia adelante por dedicarse a una vocación nada fácil en la época y en el ambiente que le tocó vivir, lo cual denota un profundo convencimiento respecto a su pasión: la escultura.

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