José Maldonado
José Maldonado Escribano tiene 28 años, es licenciado en Historia del Arte y en la actualidad trabaja como técnico en Historia del Arte en la Asociación D. Juan de Zúñiga, dentro del Centro de Desarrollo Rural de La Serena. Natural de La Coronada, su pasión es el estudio de los cortijos de Extremadura. De hecho ha ganado ya tres premios de investigación sobre este elemento de la arquitectura rural, concretamente el Premio de investigación de La Serena, el Premio Xavier de Salas con un trabajo sobre los cortijos de Trujillo y el Premio Santiago González, de Don Benito, con otro trabajo sobre los cortijos de este municipio. Ha publicado ya un libro, que está agotado, sobre estas casas de campo y próximamente publicará otro titulado "Vivir en el campo extremeño, cortijos y casas de labor en Don Benito". -¿Qué le condujo a estudiar los cortijos? -Es al argumento principal de mi tesis doctoral. Excepto el trabajo de Antonio Navareño sobre estas casas de campo en el municipio de Cáceres, no había nungún estudio sobre los cortijos en Extremadura. Estamos acostumbrados a ver estudios del patrimonio urbano, de casas, iglesias, pero no de algo tan disperso como esto. Al ser desconocido este patrimonio había que arrancar de cero. Lo que más demoró el inicio de la tesis doctoral fue hacer un inventario de toda esa arquitectura. En un principio se barajó hacer el estudio para toda Extremadura, pero en la provincia de Cáceres son casas fortificadas. En Badajoz abundan más. -¿En qué época arranca el trabajo? -Arranca a finales del Siglo XVI, momento histórico en el que ya hay una arquitectura entendida como cortijo. Se quedan fuera las casas de campo anteriores, romanas, por ejemplo, que son más objeto de estudio de arqueólogos. Mi trabajo abarca hasta los años 20 del siglo pasado. La arquitectura rural que surge después es más entendida como chalés y segundas residencias. Jerez de los Caballeros ¿En qué zonas abundan más? -La zona de dehesa es la que más cortijos posee. Jerez de los Caballeros tiene unos cortijos impresionantes. También se explica por los nobles que viven a lo largo de los siglos allí. Don Benito y Mérida poseen bastantes. No obstante, en el caso de Mérida hago una conexión con las villas romanas. En el municipio de Badajoz se destruyó mucho este tipo de patrimonio debido a las guerras modernas. En Llerena existe una hacienda tipo sevillana preciosa que es la Hacienda Cantalgallo. En La Coronada hay uno de los cortijos más importantes de toda la provincia, el Cortijo del Marques de Perales, del Siglo XVIII. -El trabajo será muy amplio, ¿ha tenido que seleccionar? -En el trabajo se han seleccionado cortijos que se citen en alguna fuente histórica documental, que pertenezca a algunas de las familias más importantes de la provincia de Badajoz y que artísticamente tengan algo que decir. Algunas casas son meras casas de labor con su granero y poco más y no tienen ese valor al que aludo con anterioridad. -¿Cuántas partes tienen? -Los cortijos siempre tienen dos partes, la residencial y la agropecuaria. La primera tiene más importancia artística, con escudos, capilla y más elementos de riqueza. En la otra destacamos las caballerizas, panaderías y los graneros. Algunos de estos cortijos conservan las capillas. Siempre se conectan con sistemas de patios interiores. También aparecen otras dependencias menores como chozos. Un cortijo se entendía como un pequeño pueblo dotado de biblioteca, escuela, hasta con su campo de fútbol, cine y teatro. En algunos casos forman un complejo comunicado con patios interiores y en otros casos son edificaciones independientes, anexas a ese edificio principal. -Los habrá grandísimos, ¿no es así? -Hay cortijos que de fechada principal pueden tener 120 metros. Los hay por ejemplo de 3.000 metros cuadrados como uno situado en Navalvillar de Pela y que era propiedad del Monasterio de Guadalupe. Es el Cortijo de San Isidro. Tenía parte dedicada a la meditación y parte dedicada a quesería. "He visitado entre 250 y 300 cortijos" José Maldonado Escribano está finalizando una tesis doctoral dirigida por Antonio Navareño y que lleva por título "Arquitectura residencial en las dehesas de la Baja Extremadura". Con anterioridad, el Ministerio de Educación le otorgó una beca de postgrado de formación del profesorado, como mejor expediente académico de su promoción. Preguntado sobre los cortijos que conoce contesta que «he visitado entre 250 y 300 cortijos». Muchos se han convertido en la actualidad en hoteles y casas rurales Un aspecto que llama la atención sobre los cortijos es su utilidad actual. Según José Maldonado, algunos se convierten en casas rurales y hoteles rurales. Un ejemplo es la casas de los Arenales en Malpartida de Cáceres. En La Encomienda, junto a Valdivia, está el Cortijo Santa Cruz, que pasará a convertirse en un hotel. Es difícil encontrar un cortijo en pleno uso, como ocurría antiguamente. El personal que habitaba en estas estructuras también ha desaparecido. En algunos casos está el guarda de la finca que vive en el cortijo. Es un oficio a veces solicitado. De hecho, se pueden ver a veces en la prensa anuncios solicitando personas para ejercer de guardas. Una de las partes que se suele conservar bien es la zona residencial y señorial. En muchos casos, estas zonas son utilizadas por los herederos como segundas residencias. La parte agropecuaria ha tenido más dificultades de conservación. Propiedad En cuanto a la propiedad, hay de todo. Algunos han ido pasando de generación en generación a herederos de duques, condes y marqueses. Otros, por ejemplo, están en poder de toreros, que cuentan con sus propios tentaderos en el interior. Está, por ejemplo, el cortijo de la finca Las Breveras, en la provincia de Badajoz, que posee mucho ganado. La propiedad varía sustancialmente a partir del siglo XIX a nuevos ricos, sin títulos.
