A Extremadura le sobran ovejas

Materia:

CAstuera, ganadería ovina en La Serena, 2009

Resumen:

Ignacio pastorea poco más de 50 ovejas. Siempre le gustó tener ganado y en una pequeña finca de La Serena aguanta a pesar de que «no le saca un duro». Lo único que le anima a seguir es la subvención de la PAC que cobra de la Unión Europea. Pero a partir del próximo año, la historia cambia. Ignacio tendrá la ayuda comunitaria garantizada sin tener ovejas. Recibirá la prima por unos animales a los que, si quiere, no tendrá que mantener. Se podrá beneficiar de lo que técnicamente se denomina desacoplamiento total de las ayudas al ovino. Una nueva versión de la PAC del ovino que entra en vigor en 2010 con vocación de reestructurar a un sector que no termina de levantar cabeza. La filosofía de este desacoplamiento pretende facilitar el abandono a aquellos ganaderos que sólo tenían ovejas para cobrar la subvención y eliminar las pequeñas explotaciones poco rentable. En muchos casos, estos ganaderos se mantienen con un planteamiento poco eficiente: vender los borregos para pagar lo que cuesta criarlos, y tener como beneficio de la campaña la subvención. Con la nueva PAC este planteamiento se queda obsoleto. La subvención ya no estará ligada al número de cabezas. Se cobrará el 50% ya desacoplado más lo que cada ganadero percibió en 2008 de su parte acoplada. Extremadura cuenta en estos momentos con más de cuatro millones de cabezas, la segunda cifra más alta de España, por detrás de Castilla y León (4,14). El censo nacional lo conforman casi 20 millones de unidades. Desde que entró en vigor el desacoplamiento del 50% en 2006, cada año se ha reducido un 10%. Ahora, con todo desacoplado, ese descenso se puede acelerar. La previsión es lógica. La Unión Europea dejará de pagar 14 euros por oveja. Desde Oviso, una de las principales cooperativas de ovino de la región, estiman que Extremadura no sufrirá una reducción significativa. «Por la información que manejamos, creemos que aquí no se perderá mucha cabaña», prevé Juan Carlos Pozo, gerente de la cooperativa ubicada en Castuera. Pozo estima que el censo se reducirá sobre todo en aquellas explotaciones de pocas cabezas con un propietario mayor. En las explotaciones El mismo pronóstico ven en la Denominación de Origen Corderex. Raúl Muñiz, su director técnico, habla más de un descenso de explotaciones, que de cabaña. Su previsión es que, a corto y medio plazo, se cierren fincas pequeñas que producen pocos corderos. «A lo mejor se cierran muchas fincas de pocas ovejas, con lo que el efecto sobre el total apenas se notará». Tanto en Corderex como en Oviso recuerdan que el desacoplamiento total era una reivindicación histórica de los ganaderos para evitar «la competencia desleal» de aquellos que sólo tenían ovejas para cobrar las primas. Algo que, según el responsable de Corderex, se da más en otras comunidades que en Extremadura. También prevé una paulatina extinción de la ganadería de pastorea en favor de un manejo en cercas y fincas. Muñiz define el desacoplamiento como un acercamiento a una especie de reconversión futura del sector que, a largo plazo, se traduzca en explotaciones modernas y técnicamente dotadas. La posible reducción del censo ayudaría a equilibrar la oferta de corderos que entra en las lonjas. A menor número de ovejas, menos corderos en venta que, a la postre, pueden venderse más caros. Tanto desde Corderex como en Oviso conocen lo difícil que resulta conseguir rentabilidad al cordero. «Son explotaciones con las que nunca te vas a hacer rico, y estás a expensas, como ganadería extensiva que depende del campo, de los agentes climatológicos», según el responsable de Oviso. El desacoplamiento también puede interpretarse como un bote salvavidas para ganaderos que ya no aguantaban más. A los factores climatológicos, se une el impacto del alto precio del cereal y el encarecimiento de los piensos, lo que obligó a muchos a echar el cierre. Ahora, al tener la prima asegurada, no se van de vacío. El desacoplamiento también persigue la profesionalización de los ganaderos. Marco Calderón, presidente de la sectorial de ovino de la unión extremeña de cooperativas agrarias, cree que ha llegado el momento de que el ganadero no se preocupe por cobrar la prima, sino de buscar la formar de hacer rentable su trabajo. Calderón deja claro que el desacoplamiento no impide a nadie seguir con sus ovejas. «En realidad es una decisión personal que cada uno de sopesar». Coincide con los dirigentes de Corderex y de Oviso en que Extremadura tendrá un descenso de cabezas menos acusado que en otros sitios. En cada cabaña Su pronóstico apunta más a una reducción porcentual de cada cabaña. Ya no será obligatorio tener un número de ovejas determinados para cobrar las primas, así que cada ganadero, en función del terreno o de los precios del pienso, puede decidir reducir sus cabezas. De hecho, cree que hasta ahora muchos ganaderos tenían más ovejas de las que podían mantener para no perder las ayudas. La producción será el único criterio que se siga en el manejo de las ovejas. Los ganaderos se conformarán con el número de cabezas que sólo puedan mantener con pastos naturales. Desde Oviso creen que esta profesionalización puede llegar con ganaderos que participen en una cooperativa, que manejen un censo de ovejas superior a 700 animales, y que se centren en mejorar sus datos técnicos, es decir, vender el mayor número de corderos posible, controlando los gastos. Algo que sólo se puede conseguir con la ayuda de veterinarios especializados en ovino. La mejora técnica pasa también por controlar mejor las parideras de los rebaños y mantener una demanda más equilibrada. En un mismo año el precio del cordero puede oscilar más del 50%. Las estaciones de abundancia se suceden con las de escasez. Esto hace que pasen de valer mucho a no valer nada en pocos meses porque los ganaderos no se preocupan en controlar los ciclos de la oveja a lo largo del año.

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