turroneros,turrón de Castuera, Castuera
No es difícil ver una caseta de turrón en las ferias y fiestas de nuestros pueblos. Los turroneros no faltan ningún año a su cita, porque una feria puede prescindir de una pista de autos de choque, una tómbola, o cualquier otra atracción, pero si no hay una caseta de turrón, faltaría el alma de la feria. Los turroneros siempre están presentes. Son muchos los mayores que no pueden visitar la feria, pero que piden que se les regale una tableta de esta deliciosa pasta de miel y almendra. Nicolás Fernández lleva toda una vida vendiendo turrón de pueblo en pueblo, en la feria durante el verano y en fechas navideñas haciendo de la caseta su hogar. Natural de Castuera, como no podría ser de otra manera, comenzó con su hermano cuando era niño y lleva más de sesenta años vendiendo sus productos por toda la región. Este turronero forma parte de aquellos castueranos que han sido un referente de identidad, elaborando y vendiendo el producto con el que se han ganado la vida. Nicolás llama a todos sus clientes y clientas por su nombre. Antes de despachar les pregunta por los padres y por toda la familia, puesto que los conoce a todos, es como si fuese del pueblo. Cuando echa en falta a alguien, pregunta a sus familiares, amigos o vecinos, «no he visto a "fulanito" o a "menganita"». El calabazate y las garrapiñadas aun las sigue elaborando él mismo de manera artesanal a petición de sus clientes, que saben distinguir lo autentico de lo industrial. En su caseta se pueden comprar productos que ha ido incorporando adaptándose a los nuevos tiempos: turrones sin azúcar, caramelos, y golosinas, pero todavía se puede comprar el turrón en bloque que vende al peso, utilizando la tradicional balanza de pesas de bronce que ha empleado siempre. Una vida dura Una vida dura, «se han pasado muchas calamidades, tormentas, calores sofocantes y heladas», apunta su esposa María, quien acompaña a Nicolás desde que se casaron; pero se sienten orgullosos de haber estado de pueblo en pueblo con su caseta de turrón, y no solo eso sino que para ellos será difícil dejar de hacerlo. Algunos de sus clientes ya están jubilados y los conocen desde que eran niños, porque Nicolás Fernández lleva endulzando las ferias de los pueblos toda una vida.